Estreno en BAFICI

Con su décima película, Marco Berger conduce los pasos de “Los amantes astronautas”

Puedo tener cualquier tipo de incertidumbre, menos cinematográfica”, sostuvo el cineasta en una entrevista exclusiva con EscribiendoCine.

Con su décima película, Marco Berger conduce los pasos de “Los amantes astronautas”
Marco Berger
Marco Berger

Corría el año 2009 cuando Marco Berger estrenaba en la pantalla grande su ópera prima Plan B, protagonizada por Manuel Vignau y Lucas Ferraro, que rápidamente se ganaría un destacado lugar dentro de la filmografía argentina. 15 años después, en el marco de la 25° edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), el realizador audiovisual presenta su décimo largometraje, Los amantes astronautas (2024), protagonizado por Lautaro Bettoni y Javier Orán.

El nuevo film comienza cuando Pedro (Orán) llega a la playa y se reencuentra con Maxi (Bettoni), a quien no ve desde que era niño. Con la intención de darle celos a su exnovia, Maxi le pide a Pedro que simule ser su novio. Éste acepta divertido, pero no advierte que ese juego puede volverse real. “Tuve miedo porque sentía que era la propuesta más atrevida que había hecho en mi vida”, confesó Berger.

Si pensamos en el origen de la idea, ¿fue totalmente ficticia o hubo inspiración en hechos reales?
Es muy raro que use algo verídico. Sí a veces me inspiran conversaciones, personajes, pero la idea siempre parte de la imaginación absoluta. En este caso venía de hacer El cazador (2020) y Los agitadores (2023), dos películas fuertes. Y recordé cuando había hecho Plan B, que explotó, y fue demasiado para mi cabeza. En ese momento, lo único que yo sabía era que para mi segunda película no quería repetir fórmula ni plantear algo parecido a la primera, entonces hice Ausente (2011), que es el opuesto absoluto. Seguí mi carrera, y hace un tiempo pensé: '¡Qué lindo hacer una peli tipo Plan B! Una comedia de amor entre dos varones con todos los condimentos…'. Así me senté a escribir con la premisa del humor. Tuve miedo porque sentía que era la propuesta más atrevida que había hecho en mi vida y podía salir muy mal, una película rara. La filmé y estoy contento. Sí tenía un pequeño indicio de que yo funcionaba con la comedia, cuando hice el corto Platero (2010), que se estrenó el BAFICI, la gente explotó de risa de principio a fin.

Después de haber transitado diversos proyectos, ¿con qué seguridades, e incertidumbres, llegaste a emprender tu décima película?
La inseguridad de que es una película muy, muy, hablada, y que es escatológica por momentos (risas). Considero que después Plan B, Ausente y Hawaii (2013) nunca más fui un director de cine inseguro, puedo tener cualquier tipo de incertidumbre, menos cinematográfica. ¡Siempre fui muy honesto! No tengo miedo, sé quién soy y lo que hice. Más allá de la semi homofobia que todavía había en esas épocas funcionaron con el público, la crítica y las ventas. Después de Hawaii empecé a tener un gran nivel de fidelidad con la gente. Por otro lado, vivo experimentando en entrevistas que, por hacer mi séptima película de temática gay, me planteen '¿Otra película de temática gay?'. Entonces, yo empecé a decir, '¿A Steven Spielberg o a Woody Allen les preguntan por qué otra película hetero?'. Yo tengo una postura, una visión, un deseo, y con el tiempo también se convirtió en una postura política, defiendo al colectivo.

En el título de este nuevo film ya se visualiza una analogía con lo espacial/galáctico, que después se detecta en el guion a través del vínculo de los personajes, ¿en qué circunstancias elegiste esos puntos de contacto?
Cuando me di cuenta, al principio de la película, que había metido dos o tres chistes sobre eso, mi cerebro creativo me dijo 'métete por acá', entonces lo orienté a ese lugar y no puede salir. En un momento, uno de los personajes dice 'si fuese astronauta', que podría haber dicho 'si fuese policía' y capaz era una película relacionada con el mundo armamentístico, pero pensé astronauta. Ahí empecé a recorrer el guion en la computadora y le puse como título Los amantes astronautas, fue inmediato, hasta esa ocasión no tenía denominación.

En cuanto a los protagonistas, ¿qué observaste previamente en Javier y Lautaro, y qué te sorprendió cuando los viste frente a cámara?
Yo nunca ensayo, pero esta película era muy hablada, así que no quería perder tiempo en rodaje. Ensayamos bastante los primeros días, o quizás filmábamos a la mañana y a la tarde metíamos un ensayo para lo que se grababa el día siguiente. Javi y Lauti son actores muy diferentes. Javi es un actor perfecto, pero lo tenía que sacudir un poco y desestructurar. Lauti es un actor más volado, pero creo que es de los más naturales con los que trabajé en toda mi carrera, está ahí, tan vivo y de verdad, tiene todo el tiempo el corazón sobre la mesa, no está especulando. Después, los dos me sorprendieron con el humor, ya que es una película muy difícil. ¡Son muy magnéticos!

Un denominador común entre tus historias es el abordaje de la tensión sexual. ¿cómo la trabajás para su larga permanencia dentro de cada relato?
Eso nunca lo sé, todo el mundo que lee los guiones me dice que eso es un peligro, de hecho, Hawaii y Taekwondo (2016) son mucho más lentas y tienen otro clima. Me parece que es mi gran capacidad, logro estirar el arco, que todo el tiempo esté tenso y por romperse, que el espectador sufra un poco y se agarre de la butaca como si fuese una montaña rusa. Así llega hasta el final y respira. Obviamente, hay gente a la que no le gusta el tiempo que uso en mi cine, entonces se va, e igual está genial. Pienso que, quizás, al también ser el montajista con ese recurso voy midiendo.

En el transcurso de “Los amantes astronautas”, ambos personajes se enfrentan a sus contradicciones internas, en tu caso, pensando en tu profesión, ¿a qué contradicciones te has enfrentado a lo largo del camino?
Hubo una etapa de mucha frustración, en la que sentía que no era reconocido. Aunque, al mismo tiempo, de esa frustración y de los tropezones salían historias como Hawaii o Taekwondo. Por lo tanto, un día me cayó una ficha y casi me pongo a llorar, pensé 'si hubiese pasado esto al revés no existirían esas películas'. Con el tiempo, me dejé llevar, me acomodé y seguí para adelante. Quisiera vivir hasta los 95 años, pero también todos los días vivo con la sensación de que me puedo morir tranquilo. Por otro lado, contradicciones con mi propia obra, en algún momento pensé 'debería hacer una peli que no sea de esto', hasta que me planteé '¿por qué voy a cambiar si me gusta mucho?'. Tengo la suerte de que siempre en la última película que filmo tengo la sensación de que es la mejor que hice hasta ese momento, eso está bueno porque habla de una evolución, de una mirada más abierta y de más permisos.

El estreno internacional se da en el marco del BAFICI, ¿qué te representa dicho festival?
¡Me encanta! Salen las entradas, se agotan rápido y me siento querido, funciona con el público. Si hay algo 'negativo' es que al ser solo tres funciones mucha gente cree que si no la ve ahora ya está, y no la verá nunca más en su vida, pero sí. Soy un enamorado del festival, fui mucho.

En cuanto a tu futuro en el mundo audiovisual, ¿estás trabajando en algún otro proyecto actualmente?
Hay una película que se llama Perro perro y es la única de la que no voy a decir nada porque es muy especial, siento que cualquier movimiento que diga la adelanto, y la estoy escondiendo un poco. Estimo que ni siquiera va a tener tráiler, sí un reel extraño que acerque un poco la idea. Ya la tengo filmada, idealmente debería estrenarse a fin de año, o en 2025.  

Por último, en tiempos donde ciertos sectores de la política y la sociedad han puesto en debate la importancia de la cultura en el país, ¿cuál es tu opinión?
Cuando uno ve una serie de Netflix no le van a decir nunca lompa, ni le van a hablar de una rareza, ni le van a explicar qué es jugar al elástico. Hay cosas que solo pueden ser representadas a través de los ojos de una persona que lo vivió, y que tiene que ver con que nosotros somos un espejo del mundo. El mundo está ahí, yo lo espejo y la gente lo ve a través mío. A los políticos de derecha no les interesa porque la cultura no es un bien que genera ganancias monetarias, ni debería, en un mundo ideal el cine se hace gratis, y los museos también, para que la gente se alimente. Yo no me puedo quejar porque hago cine independiente, pero cierran productoras, hay amigos míos que están con un nivel de ansiedad y de miedo muy alto por no saber si en seis meses van a poder montar, o si van a poder colorear películas, etcétera. Ningún ser humano tiene que pasarlo, pero es lo que nos tocó ahora. Es lo peor que le pudo haber pasado al país y a la cultura.

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