La redada

Un escuadrón de la policía entra en misión secreta a un edificio controlado por los narcos con el fin de rescatar a unos rehenes. Pero los narcos tienen un ejército que va aniquilando uno a uno a los policías que quedan atrapados en el inmueble. Se produce una suerte de "duro de matar", donde el tiempo será clave para salir con vida del lugar.No hay nadie como los orientales para filmar escenas de coreográficas peleas cuerpo a cuerpo. Y no sólo filmarlas sino captar su esencia. Quentin Tarantino lo intentó en Kill Bill haciendo un homenaje a los films de artes marciales de la década del setenta. Jackie Chan quiso llevar a Hollywood sus coreográficas peleas. Pero no hay caso, hay que ver una película como La redada made in oriente (su director Gareth Evans es galés radicado en Indonesia) para entender verdaderamente por dónde va la cosa.Basta ver una escena donde dos tipos luchando caen por una ventana para pensar, en medio de tanta adrenalina, donde el director ubica la cámara: entre medio de los dos tipos. La cámara cae junto a los dos cuerpos por la ventana, acompaña los movimientos de los puños y patadas, se aleja y acerca constantemente, generando una adrenalina única.El vértigo del film por momentos hace olvidar la posición de la cámara, y lleva a pensar donde están los apoya brazos de la butaca para agarrarse con firmeza. Porque la tensión que La redada desarrolla es cruda y frontal como la violencia que explicita en pantalla.Pero en la película no son sólo tipos luchando: hay duelos a puño y patada. Cuando dos personajes terminan encañonados a un metro de distancia, uno dice algo en referencia a la esencia de la arte marcial: “disparar es fácil, luchar golpe a golpe es noble”. Lo que sigue es una violenta y formidable pelea a todo o nada.Si algo queda claro luego de ver La redada, es porqué las artes marciales llevan la palabra “Arte” adelante.