Crítica de “El último conjuro”: El regreso del gran maestro del terror asiático

Si hay un país que puede considerarse la élite del género de terror, tiene que ser, sin duda alguna, del continente asiático. Este formato ha sido enriquecido durante años con películas oscuras, tenebrosas y de una calidad incalculable. Bajo la dirección del renombrado Hideo Nakata, esta producción se suma al género de terror japonés que desafía las normas establecidas, ofreciendo una perspectiva innovadora del miedo y la obsesión.

Nakata, célebre por sus obras maestras como El aro (The Ring, 1998) y Aguas oscuras (Dark Water, 2002), nos presenta una narrativa que fusiona elementos tradicionales del folklore japonés con una historia contemporánea, creando una experiencia cinematográfica de alto nivel.

La trama se centra en un niño que, tras la muerte de su madre, se aferra a la creencia de que puede resucitarla. Este deseo infantil desencadena una serie de eventos paranormales que se entrelazan con la vida de una reportera de vídeos en streaming. La tensión aumenta a medida que la reportera comienza a experimentar fenómenos inexplicables, llevando a la audiencia a cuestionar la delgada línea que separa la vida de la muerte.

Nakata demuestra una vez más su habilidad para construir atmósferas inquietantes y momentos de terror genuino. Sin embargo, la película lucha por mantener un ritmo constante y la intensidad emocional fluctúa a lo largo de la narrativa. A pesar de estas limitaciones, El último conjuro (The Forbidden Play, 2023) ofrece una visión original del género, con un toque de humor macabro que añade una dimensión adicional a la experiencia.

A pesar de algunos defectos, como un ritmo irregular y una falta de desarrollo de personajes, es una adición valiosa al género de terror japonés. Con su mezcla única de terror, humor y drama, El último conjuro, también conocida en inglés como The Forbidden Play, es una película que entretiene, divierte y merece ser vista.