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Crítica de “El jardín del deseo": Paul Schrader cierra la trilogía iniciada con “El reverendo” y “El contador de cartas”

El guionista de “Taxi Driver” (1976) regresa con la búsqueda de redención espiritual de su protagonista, en este caso, un puntilloso jardinero interpretado por Joel Edgerton.

martes 04 de junio de 2024

Narvel (Joel Edgerton) es un hombre que escapa de sus demonios del pasado (en el que era un violento supremacista blanco) mientras pasa sus días recluido en un jardín bizantino, propiedad de Norma (Sigourney Weaver), donde oficia de maestro jardinero. Un buen día llega Maya (Quintessa Swindell), la sobrina “mestiza” de la propietaria con un pasado ligado a las drogas. Alejarla de la adición será la tarea de Narvel quien, con ese acto de bondad, espera salvar su propia alma corrompida. Pero la semilla del amor germina y el orden no tarda en resquebrajarse.

Schrader toma los conceptos de jardinería para darle una cosmovisión filosófica a su protagonista, quien piensa el ambiente que lo rodea en esos términos. Por eso, cuando se refiere a su pasado violento dice “he podado a muchos” o habla de la necesidad de “arrancar las malas hierbas”, una manera de vincularse con el mundo filtrada por su actividad. Los personajes de Schrader no son intelectuales, son hombres de oficio que, con sus herramientas, interpretan el mundo. Personajes erráticos, pecadores, pero sobre todo, profundamente humanos.

Las nociones de orden y control juegan un rol fundamental en el film. La rutina diaria en el campo funciona de coraza para maniatar los tormentos interiores de Narvel pero también de Maya. Un espacio de contención, de resguardo y aislamiento de la decadencia del mundo real. Del mismo modo funciona el taxi en el film con Robert De Niro, la iglesia en El reverendo (First Reformed, 2017) o los casinos en El contador de cartas (The Card Counter, 2021).

Cuando Norma expulsa del jardín a Narvel y Maya, como Dios expulsa a Adan y Eva del paraíso, ambos inician un recorrido de reconocimiento y perdón. La escena en que se contemplan desnudos refleja la aceptación de uno y otro con sus diferencias y pasados signados por el pecado. El caos se desata en consecuencia en el jardín filmado con simetría estética, los males del mundo exterior rompen el equilibrio de ese idílico espacio mediante el vandalismo. Las connotaciones bíblicas aparecen de manera explícita en un realizador que sostiene una mirada pesimista en toda su obra.

Sin embargo, El jardín del deseo (Master Gardener, 2023) esboza cierta esperanza a diferencia de los otros films de esta trilogía, un falso happy end pero un happy end al fin. El derrotero de su protagonista encuentra una salida diferente al cura de El reverendo o al apostador de El contador de cartas que, entendían, no había posibilidad de redención. El jardinero busca la forma de reordenar el mundo caótico que lo rodea, sus habilidades lo obligan a intentarlo una y otra vez, por más que fracase en el intento. Como diría Beckett “Lo intentaste, fracasaste, no importa. Inténtalo de nuevo. Fracasa mejor”.

7.0
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