Heredero de familia de cineastas

Pablo Torre plasmó su amor por el cine y por su padre Leopoldo Torre Nilsson

A 30 años de su debut como director de cine con la ficción –basada en su propia novela- “El amante de las películas mudas”, el director de “Mi Padre y Yo” –posiblemente su mejor film- encara por primera vez un documental, donde él mismo es el guía en pantalla y el relator en off, en este más que entrañable tributo a su papá, y donde cuenta anécdotas y hechos nunca antes publicados. EscribiendoCine charló con él de manera exclusiva.

Pablo Torre plasmó su amor por el cine y por su padre Leopoldo Torre Nilsson
Pablo Torre
Pablo Torre
domingo 23 de junio de 2024

Pablo Torre Nilsson nació el 26 de noviembre de 1952. Estudió Filosofía y Letras y fue director general de un colegio privado. Heredero de cineastas: su abuelo Leopoldo Torres Ríos fue director y guionista de cine. Su tío abuelo, Carlos Torres Ríos fue director de cine, camarógrafo y director de fotografía. Su padre Leopoldo Torre Nilsson fue director, productor y guionista de cine. Su hermano Javier Torre es escritor, director y guionista de cine. Y su hijo, es director de cine publicitario. Aunque el reconoce que su vida estuvo también mechada con la literatura, sin duda el mundo del cine era y es el suyo. Fue ayudante de dirección de su padre en La maffia (1972) y lo fue también de Soñar, soñar (1976) de Leonardo Favio, uno de los actores favoritos de su papá Leopoldo. A su vez Pablo debutó como actor en Azor (2021) de Andreas Fontana en el rol del  Monseñor Tatoski en una coproducción entre Suiza, Francia y Argentina.

Escribió las siguientes novelas (todas sin duda con relación al cine y hasta con referencias autobiográficas): "Adiós fiel Lulú" (Ediciones Nemont, 1977), "El amante de las películas mudas" (Editorial Sudamericana, 1988) y "La ensoñación del biógrafo" (Editorial Simurg, 1999). Y ha dirigido y guionado todos sus films: El amante de las películas mudas (1994, Premio Círculo Precolombino de Plata a la Mejor Película en el 12° Festival de Cine de Bogotá, Colombia, 1995), La cara del ángel (1998, Ombú de Plata al Mejor Guion en el 14° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Argentina, 1999), La mirada de Clara (2006), Las voces (2012) y Mi padre y yo (Documental, 2024).

Su papá, el eximio, prolífico e hito del Cine Argentino, Leopoldo Torre Nilsson, nació el 5 de mayo de 1924 en Buenos Aires y falleció a los 54 años, el 8 de septiembre de 1978 en Buenos Aires. O sea que este año se cumplió el Centenario de su nacimiento.

(El film se sigue exhibiendo de manera exclusiva en el Cine MALBA (Av. Figueroa Alcorta 3415, CABA) los sábados a las 18:00).

 ¿Qué hiciste antes de meterte en el mundo del cine?
Si me decís que hice antes del cine, nada. Porque nací en el mundo del cine. Antes estuve en el vientre de mi madre! (Risas). Como cuento en la película, nací en el mundo el cine y a veces me pregunto si fue una suerte o una desgracia. El cine tiene una cosa dolorosa que es alejarte de la familia. Yo no sé si mi papa se alejó de su familia por el cine o por el amor o por el desamor. Pero en general el cine te aleja de la familia. Porque viajas, porque perdés todo el dinero que tenías –y tu mujer no te lo perdona-, porque te alejas de tus hijos, porque las películas se hacen afuera.

¿A todos les pasa lo mismo?
Escuché el otro día en un documental que hicieron sobre (Ingmar) Bergman, que le reprochan que no se ocupó de sus nueve hijos. Y Bergman contesta con mucha sabiduría. ¿Cómo podía ocuparme de mis hijos cuando yo a los 40 años había hecho 17 películas, había dirigido 14 obras de teatro, ¡no tenía tiempo para ocuparme de mis hijos! Y eso es una realidad. El cine te absorbe, te abraza como un pulpo y te aleja de la familia.

Una vez dijiste que el cine destruyó a tu familia y otra que "El cine es una maldición". Explicame lo primero y aclárame lo segundo.
¡Sos un peligro! (Risas). Vos sabes que hay dos tipos de periodistas: los periodistas que hacen las preguntas fáciles y los periodistas que hacen las preguntas difíciles. Ya voy viendo que vos sos de los que hacen las preguntas difíciles. ¿Por qué el cine es una maldición? Es una maldición porque te condena, te atrapa, no es algo de lo que puedas liberarte. Si vos sos panadero o abogado, podés hacer otras cosas. Si vos caes en manos del cine, estás atrapado. Primero: porque no sabés hacer otra cosa. Después porque el cine te hechiza, te fascina, y no podés liberarte de eso. Y también es una maldición porque en general hay un falso comentario que dice que los cineastas se hacen ricos, que sacan plata del INCAA, que son todos aprovechadores. ¡Y nada es más falso que esto! Los cineastas solemos ser pobres, no cobramos por nuestro trabajo, vendemos nuestro auto, hipotecamos nuestra casa y la perdemos… Además es un trabajo insalubre. Muchos directores sufren infartos, se mueren jóvenes. Te nombro a mi padre, a Eliseo Subiela a Fabián Bielinsky. Los cineastas se empobrecen.

¿Ninguno se salva? ¿No hay salida, otra opción?
Yo conocí dos cineastas exitosos en la vida: (Leopoldo) Torre Nilsson y (Leonardo) Favio. Los sos tenían un punto en común, eran personas muy hábiles. Más allá de su talento y de su genialidad. Si se hubieran dedicado al comercio, se hubieran llenado de guita. Si no sos una persona hábil, no hagas cine. Porque hacés una película y te fundís. ¿Por qué es una maldición? Porque un poco nacés condenado a ser pobre, a ser solitario, a que tus hijos no te lo perdonen.

¿Vos cuantos hijos tenés y que relación tenés con ellos?
Los dos del mismo matrimonio. Yo era escritor y las amigas de mi hija Sofía, todas recuerdan una cosa: ellas decían “hay que hablar bajito porque el papá de Sofía está trabajando”. Mi hijo se hizo publicista, así que aprendió. Los cineastas que quieren ganar dinero se dedican a la publicidad. Mi hijo tiene una empresa publicitaria.

Así y todo, tu filmografía son solo cuatro films de ficción y este documental. Pero el resto del tiempo, ¿a qué lo dedicaste?
En el medio me dedicaba a la literatura. Truman Capote tiene una frase maravillosa que dice que “nada es más difícil en la vida que aprender a escribir”. Yo estoy aprendiendo a escribir y empecé a escribir a los 5 años. Entre película y película me dediqué a escribir. Tampoco tengo una gran producción literaria. Tengo dos novelas en las que estoy trabajando hace diez años, que las voy trabajando en paralelo y que se van a publicar entre el año que viene y el 2026. Dediqué mi vida a escribir, a poder escribir bien. O sea entre película y película, había Literatura.  

¿Cómo han sido las relaciones con tu padre, con tu abuelo, con tu tío abuelo, y con tu hermano; toda una familia de gente del cine?
Te voy a contar una anécdota que me marcó para siempre para el mundo del cine. Yo he tenido una relación muy difícil con mi hermano Javier. Nos amamos profundamente, pero durante muchos años nos peleamos, nos amigamos, nos peleamos, nos amigamos durante nuestra vida adulta. En una de esas situaciones de distanciamiento desgraciadas que tuvimos, el acababa de filmar Las Tumbas (1991) la película sobre la novela de Enrique Medina, y yo no tenía nada que ver con el cine. Yo estaba abocado totalmente a la literatura. Como literato era una persona oscura, tartamudo, hablaba muy poco, me espantaba que me pusieran un micrófono en la boca. Pensaba que horror si tuviera que contestar en un reportaje. Y un día me llama Javier desde el Festival de Chicago (Latino) y me pide que vaya a representar la película al Festival de Puerto Rico. Me invitan con mi mujer y me llevan a la Universidad, a reportajes con la prensa, a presentar la película. Y lo más increíble es que cuando prenden las cámaras, aparece otro Pablo Torre, hablador, que charla de todo, sin titubeos. Además en todo el tiempo me confundían con que era Javier. ¡Todo rarísimo, prenden la cámara y aparece un personaje totalmente distinto! Me voy a dedicar al cine porque este personaje no tiene nada que ver con el escritor tímido, oculto, introvertido. Es un misterio. Me dediqué al cine por eso. ¡El Doctor Jekyll y el señor Hyde gracias a las cámaras! Esto tanto lo padezco, como lo disfruto.

¿Qué sentían o pensaban vos y tu hermano cuando tu padre dijo que a él -la revista Times- lo ponía entre los diez realizadores más importantes del mundo?
Nosotros no teníamos que ver nada con el cine. El cine era un misterio para nosotros. Así que la revista Times no nos decía nada. Éramos unos chicos de barrio que juntábamos figuritas y no podíamos usar el apellido de nuestro padre, nos daba un poco de vergüenza usar e apellido Torre Nilsson. Yo lo cuento en la película, una vez le dije a un compañerito que yo era el hijo de Torre Nilsson y el padre de él me llamó a su oficina y me dijo: “Tu padre es el peor director de cine de la Tierra”. Era incómodo ser el hijo de Torre Nilsson esos años. Mi padre era un personaje muy discutido. Por entonces que digan eso para mí no significaba nada. Yo no veía las películas de mi padre. Te voy a hacer una confesión: muchas de sus películas las tuve que ver para hacer este documental. Había como siete películas que nunca las había visto.

¿Y nunca veían sus películas en la sala de cine?
Mi padre siempre quería que viéramos sus películas. Iban a dar La casa del ángel en la sala del Lugones en el Teatro San Martín, y él quería que la fuéramos a ver. Nosotros andábamos por los 14 o 15 años. Finalmente nos convence y la vamos a ver. Termina la película y vamos al ascensor con mi hermano. Y cuando bajábamos por el ascensor se queda trabado por el piso séptimo. Y mientras esto sucedía, había dos señoras que empiezan a hablar pestes de la película: “este Torre Nilsson siempre las mismas cosas, esa cosa perversa, la cámara que se mete”. Nosotros no decíamos nada y estas dos que despotrican contra Torre Nilsson. El ascensor se pone en movimiento y cuando llega abajo y se abren las puertas, estaba mi padre que se asoma y dice: “¿Y chicos, les gustó?” (Carcajadas).

¿Cómo viviste esos 20 años de tu padre rodando en Argentina y viajando por todo el mundo?
En principio fue una relación epistolar. Mi papá era un padre maravilloso. Para mi verlo era una fiesta. Llegaba de afuera y me regalaba un Scalextric, yo era el chico que más juguetes tenía (risas). Me traía cosas de los Estados Unidos. Yo tenía todos los discos de The Beatles, el venía y me traía todos los vinilos. Me llevaba al Cine Real (N. de  la R: quedaba en Esmeralda 425 a metros de Av. Corrientes, CABA), me ponía en su falda y me compraba todo lo que yo quisiera: caramelos, chocolates, figuritas. Tenía un padre maravilloso que aparecía y desaparecía. Tenía una cosa que no me gustaba: me llevaba al fútbol. Yo odiaba el fútbol. Pero a él le encanaba ir a ver a Estudiantes de la Plata, era hincha fanático. Y yo le tenía pánico a ir a ver futbol con la gente que gritaba. Por entonces la cancha era de madera y él era tan conocido por ser del Pincha que cuando llegaba a la cancha y apenas aparecía en la platea, la hinchada que eran unos dos mil tipos le cantaba “Bausy es Pincha, Bausy es Pincha” o sea Babsy, su apodo.

¿De dónde viene ese sobrenombre?
Mi abuela tenía dos hermanos uno varón y otra mujer. Las mujeres se vinieron para Argentina, el otro hermano se fue a Nueva Zelandia. Y empezaron a cartearse, tenían unos veintipico de años. Y él desde Nueva Zelandia les preguntaba ¿qué es la Argentina? El país de los gauchos, de las pampas. Y mi abuela le contestaba: estoy embarazada, voy a tener un niño. Es un muchachito, es un babsy. Mi padre con su madre hablaban siempre en inglés, ella pronunciaba mal el castellano.

¿Y tu papá Babsy, sufrió con su padre, tu abuelo Leopoldo Torres Ríos, lo mismo que vos con Torre Nilsson?
No porque Torres Ríos nunca se separó de su mujer y fue su hijo presente todo el tiempo. Lo llevaba al hipódromo, lo llevaba a las carreras. Tenía una relación de pegote. Mi padre empezó a ir a los estudios con su papá a los 10 años.

 O sea tu abuelo era loco con los caballos y tu papá con el fútbol…
No, mi papá era con los caballos y con el fútbol. Mi padre era un famoso burrero. Y mi abuelo también era hincha de Estudiantes. Todos eran hinchas de Estudiantes. No sé por qué, nunca vivieron en La Plata.

 ¿Cómo fue tu relación con tu abuelo, con Torres Ríos?
Muy mala. Cuando yo nací, mi abuelo adoraba a Javier, mi hermano que tenía más de dos años mayor que yo. Era un personaje muy difícil y tanto lo adoraba qué él dijo “Yo nietos, tengo uno solo”. A mí me ignoró. Con lo cual, muchos años después hice una película perversa, maldita que es La mirada de Clara que para mí es la película más querida. La he vuelto a ver y es una película en contra de mi abuelo. Es mi venganza hacia mi abuelo. Me encantaría que se vuelva a dar porque es una película hermosa. Pero habla mal de Torres Ríos, por eso la hice desaparecer, por eso no deje que esté en video, tampoco en cine, porque me parece que ofende a la memoria de mi abuelo. Es una película condenada, prohibida, que la tengo yo pero no la dejo ver. Algún día se verá…

Lo que vi en este documental sobre tu padre es que no vi una relación con demasiado afecto tuyo para con Beatriz Guido ¿Te llevabas mal con ella?
Yo a Beatriz la conocí cuando yo tenía 17 años. Y el día que murió mi padre no la volví a ver nunca más. No era una buena relación. Por más que ella era una persona encantadora, compradora, seductora. Era la segunda mujer de mi padre, la relación era difícil. Pero normal, correcta. Mi madre sobrevivió a mi padre 40 años y a Beatriz 30. Para mi madre fui su hijo adorado y mi hermano también.

 ¿Y cómo llevaste esa cuestión de que tu padre filmó los libros de ella?
Cuando aparecimos nosotros, él ya había dejado de filmar los libros de ella, solo los guiones y el último libro fue Piedra libre, su última película. Yo aparecí en el mundo de mi padre en lo fílmico en La mafia (como asistente de dirección). La relación con ella era normal, correcta. Íbamos a los rodajes y estrenos juntos. Pero el afecto pasa por otro lado. Ahora me arrepiento, tendría que haber tenido una mejor relación  con Beatriz. No está en mis manos cambiar eso. Mi papá la amaba. Siguieron juntos hasta el último día de su vida.

¿Cómo rompiste con lo ficcional para entrar en el documental…era porque querías contar la vida de tu padre y tu relación con él?
Son esas preguntas, como decía Anthony Hopkins, que ponen como difíciles. Rebobiná, porque no se la respuesta (Risas). Ahora que lo decís pienso que cuando uno es joven lee mucha ficción y cuando te pones grande lees no ficción, empezás a leer ensayos. Será por eso, en que uno se termina tentando con la realidad. Cuando sos joven crees en la ficción, crees en los mundos imaginarios, inventás. La imaginación se va ensombreciendo y a uno lo tienta más el recuerdo, la vida en lo real. Y bueno, eso me habrá pasado.

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