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Crítica de "Ryuichi Sakamoto: Opus": Un adiós musical y espiritual

En la cultura asiática, la respiración no es simplemente un acto fisiológico, sino un acto sagrado que simboliza la creación de vida. Esta espiritualidad se refleja poderosamente en "Ryuichi Sakamoto: Opus" (2023), una película dirigida por Neo Sora que captura el último y conmovedor concierto del legendario compositor Ryuichi Sakamoto.

Sakamoto, cuya música ha hipnotizado y llenado de vida a sus oyentes, se muestra en esta película con una sensibilidad que parece casi sobrenatural. Su rostro, marcado por las arrugas de la edad y la conmoción emocional, nos guía a través de sus maravillosas piezas, creando la ilusión de que su espíritu habitará ese piano hasta el fin del mundo. Esta película, sin embargo, no solo es un viaje musical, sino también una despedida solemne, ya que Sakamoto falleció el año pasado. Neo Sora, su hijo, logra capturar esta última actuación con una intimidad que es a la vez alegre y solemne, celebratoria y conmovedora.

Cada pieza interpretada por Sakamoto en el documental tiene un nivel de pureza que parece limpiar el alma. Los ruidos y molestias del mundo exterior se desvanecen, reemplazados por una esperanza surgida de las notas del piano. Pero no es solo la música lo que impresiona, sino también los silencios y las esperas, esos momentos en los que Sakamoto alza sus manos y crea un suspenso maravilloso. La experiencia se siente más que cinematográfica; es esencial, como si Sakamoto hubiera dejado uno de los legados sonoros más preciosos y sanadores de nuestra era.

Uno de los momentos más memorables es la interpretación del icónico tema Merry Christmas Mr. Lawrence. Aquí, Sakamoto, conocido por sus soundtracks para cineastas de renombre como Bertolucci e Iñárritu, parece despedirse de su público con una euforia palpable. Su sonrisa, su cabello blanco danzando, todo celebra una vida llena de pasión. Este momento subraya la realidad de que, aunque la obra de un autor puede perdurar más allá de su muerte, la pérdida del creador sigue siendo profundamente triste.

Al final de la película, cuando aparece la dedicatoria con las fechas de nacimiento y fallecimiento de Sakamoto, el impacto es abrumador. Sin embargo, la película sugiere una forma de encontrar consuelo: salir a la calle, colocarse unos audífonos y dejarse envolver por la música de Sakamoto. Así, aunque el mundo parezca colapsar, su legado sonoro ofrece una manera de ponerlo de nuevo en orden.

Ryuichi Sakamoto: Opus no es solo una película, es una experiencia espiritual y emocional, una despedida digna de un artista cuyo impacto en la música y la humanidad continuará resonando mucho después de su partida.

8.0
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