Crítica de "Venganza silenciosa": John Woo y el arte de contar sin palabras

El director de Misión: Imposible 2 (Mission: imposible 2, 2000) y Contracara (Face/Off, 1997) regresa al cine de acción en Estados Unidos de la mano de Lionsgate, productora conocida por algunas de las mejores propuestas del género en los últimos años, con un fuerte sentido de nostalgia.

En Venganza silenciosa (Silent Night, 2023), Woo se apoya en la estructura clásica de la venganza para narrar la historia de un padre (Joel Kinnaman) atormentado por la muerte de su pequeño hijo, quien fallece en un tiroteo entre pandillas. Tras una larga recuperación física en la que queda gravemente herido y pierde la voz, el hombre emprende una violenta cacería contra los responsables de la tragedia.

Woo presenta un film de corte experimental, al contar la historia prescindiendo de las palabras por la condición de su protagonista que no puede hablar. La casi total ausencia de diálogos otorga mayor fuerza a las impactantes imágenes, una característica distintiva del cineasta chino.

La película es un despliegue de violencia estilizada con escenas en cámara lenta, encuadres imposibles y persecuciones automovilísticas por las calles. Una estilización de los movimientos de cámara que suspende la credibilidad de los hechos. Esto se debe a que el director muestra poco interés por el realismo cinematográfico. Todo está concebido para crear un espectáculo visual, pensado como una danza de sangre desde su puesta en escena. Las escenas de combate están magistralmente planificadas, pareciendo a veces una parodia y homenaje a secuencias clásicas del género. 

Venganza silenciosa funciona muy bien en términos de acción. Lo auditivo se presenta como un ejercicio dentro del género en el que el gran John Woo es una autoridad irrefutable para experimentar.